Cuando rozo tu piel de
olivo, tal vez fresno, tal vez manzano con diferente destino a quien
alguien caprichoso decidió dar eternidad, me estremezco. Me
estremezco, árbol convertido en Bécquer, laurel de poetas, ramaje
de bosques de materia gris y mentes ya en blanco
Se me revuelven las
entrañas al ver las tuyas amarillas, producto de tu enfermedad que
es la mía. Me duelen las palabras al ver las tuyas grises y alguna
ya en blanco por el paso del tiempo (ramera despiadada). Al verte
débil en mi lecho, que ahora compartimos por contados días,
recuerdo cuál es mi tiempo y cuán fugaz es.
Hermano, amigo,
amante...tu transportas mi huella al mañana que no veré, al aire
que no respiraré, a los sueños de otros que soñarán por mi cuando
te vean. Te verán otros ojos mañana, pero serán los míos. De otro
color y otra forma, pero será mi alma la que observe detrás de ese
que dice que te mira.
Te dejo ya en tu hogar
aledaño a otros. Te poso ya junto a tus hermanos que te echaban de
menos y que han dejado tu cuarto tal como estaba, para saber que
faltas...para que otros sepan que faltas.