martes, 3 de septiembre de 2013

De la decepción del mañana.

Mírame mamá, voy a la deriva.
No estás mirando.
Veo cómo otros triunfan, y es el triunfo de otros el que me llega. Y me lleno como se llenan los globos cuando son ellos los que llegan arriba. Como si yo hubiera importado en todo eso. Como si yo fuera el triunfo, en parte.
No conozco, o no me has enseñado nunca, la existencia de una meta. Pero si esa existencia fuera real, entonces lo veo todo negro.

Sólo veo sarcófago y huerto.
No veo el brandy, ni el puro, ni el sillón.
 No me veo un Borges titubeando,
 no me veo un Gala pesimista.
Sólo veo sarcófago y huerto.

Yo soy, en esta habitación, el creyente que reza con seis cuerdas en la garganta...colgado del techo. Yo soy, como han sido otros, uno más orándole a las esferas, a los grandes planetas, a las oscuras noches, a las brillantes estrellas.

Mírame mamá, voy a la deriva.
No estás mirando. Sólo me sueltas.
No estás mirando...