domingo, 20 de octubre de 2013

En medio / Define Amor

Yo soy la espada que quiere cortar vuestro aire.
Yo soy la comida entre los dientes y la garganta.
Yo soy la piel entre la sangre y la cuchilla,
soy la pluma entre la tinta y el dedo tembloroso,
el zapato entre el pie y el suelo.

Yo...
soy mi propia espalda,
que se revuelve en sueños
y creo ver reflejada
en tu cara.

Yo...
me replanteo el mundo
como un paralelismo cruel
sólo para dos.

Yo soy la viga en mi propio ojo,
el hedor entre el muerto y su ataúd.

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Eligiría en entre todos los complejos,
aquel que más odiarais los dos,
y pasaría un dedo por él
a modo de rezo.

Me importan vuestras miserias,
pero nunca me harían temblar
a la hora de dormir a vuestro lado.


jueves, 3 de octubre de 2013

Déjame entrar.

Se mantiene cerca
de un árbol caído.
Sus manos se entremezclan
espoleándome.

Maldito por la luz
que está a punto desaparecer.
todo lo que veo
es su boca que al hablar
perturba el cielo.

Dice: "Aguanta mi amor,
no tengas vergüenza,
yo te envolveré en mis brazos
y sabrás lo que es estar a salvo."

Déjame entrar. Digo.
Déjame entrar en tus brazos.

miércoles, 2 de octubre de 2013

Café

Nos sujetan, entonces, como se sujeta
una taza ardiendo que no tiene asa. 
Cambia de mano en mano pensando
si alguna vez se irá el calor. 

Hay quien nos agarra con leche,
como agarran las madres.
Nos agarran como se toma el primer café,
con mucho azúcar,
con hielo, y compensar así
el calor del cuerpo.

Nos agarran y serpenteamos como 
serpentea el calor de la taza.
Nos sujetan de muchas formas.

A veces nos sujetan fríos,
no por el hielo, sino por el tiempo.
Nos sujetan solos, sin azúcar,
y así sabemos luego, claro:
Amargos.

Nos sujetan como se sujetan las tazas...
...cuando se caen estrepitando el suelo.


martes, 1 de octubre de 2013

Crujir de dientes.

Infierno es el otro lado de la cama.
Infierno es el ordenador,
Infierno el es cuerpo.

El infierno es tapar el hueco que sobra
llenando la cama de cosas.
Es no saber si desayuno, como, o ceno.

Es refugiarme de misiles bajo las mantas,
de las espadas que entran por la persiana,
de los látigos, si abriera la puerta.

El infierno es no poder tumbar los muros,
el infierno es no querer hacerlo.
Es los demonios de mi armario empotrado.

Demoler mi ciudad a golpes de grises,
a golpe de lluvias, de ríos cuyo agua son trenes.
Demoler amaneceres bajando la persiana,
tapiando ventanas, bloqueando las puertas,
sellando las juntas.

Hacer fuertes con almohadas y sábanas,
acurrucarse con una linterna y mirar el lado vacío.
Siempre el lado vacío.