en las
piernas de otros.
Veo
tus pómulos
en los
huecos que otros tienen
en la
cara.
La
fuerza que succionaba tu rostro,
tu
cuerpo intentando devorarse a sí mismo,
tu
pulso tembloroso al coger un cigarro,
el
olor a cerveza,
la
cara perfectamente afeitada,
el
after-safe con olor a pipermint,
los
gritos,
mi
hermano rodeándome.
“no
pasa nada enano” me dice,
pero
yo lo veo todo.
Veo la
verdad en los colores de los golpes.
Sé
que hay cosas rojas en el aire,
veo
ese amarillo violento en la habitación
mientras
miramos la puerta.
Cómo
puedes querer a alguien
a
quien odias.
Cómo
echas de menos a alguien
que
nunca ha estado.
Tú no
fuiste ningún ángel,
nadie
va a arruinar ese recuerdo.
No
tenías manos blancas,
ni una
sonrisa al llegar a casa.
Puede que no fueras un ángel,
papá.
Pero demonios más grandes he visto.