martes, 28 de febrero de 2012

De la fiereza de nacer y morir.

Llegamos a este mundo con la rabia de haber sido arrancados. Y lloramos y gritamos y nos deprenden de la sangre que nos cubre.

Entonces vivimos, soñamos, amamos, somos amados y olvidados y nos despedimos con la furia impotente de ser arrebatados de algo que no pedimos pero añoraremos como quien añora un abrazo que nunca tuvo, una caricia que fue sueño o una persona inventada.

Nos vamos desprendiendo de los años que vivimos, nos olvidamos de los recuerdos hasta que olvidamos los olvidos.

Y se despide el cabello y llega el invierno y después el otoño...

Y con la fiereza contenida luchamos y nos zafamos como no pudimos intentar de bebés, y terminamos llorando y gritando como entonces, y se nos seca la sangre y se nos saltan las lágrimas...y se nos cierran los ojos por la vergüenza.

Mas después sonreimos, y olvidamos el cabello, y la sangre, y los sueños. Nos quedamos solos con nosotros mismos...miramos a nuestra madre...le damos la mano...y nos vamos.