martes, 25 de marzo de 2014

La Puerta del Obispo (Mi pequeña niña gris)

 (Tiempo. Deseo. Escarcha.
 Sueños. Amor. Cielo.
Sábanas. Cama. Café)

Quitando estas palabras
me propongo,
al abrigo de no saber hacerlo,
escribir sobre cráneos fríos,
sobre el hielo de mi herencia,
y sobre éste cementerio en calma
que es capilla, convento y catedral
de mi historia.

Con las rodillas rotas
de rezarle a cualquiera,
con la espalda desviada
de mirar demasiado arriba
o
demasiado a abajo
yo
contemplo las cruces apostadas
en esta ciudad
y todas las imágenes colgantes.
Y
todo ese muro vidriogargóleo
que se extiende
envolviendo a mi pequeña niña gris,
               que ha perdido su bufanda,
               sus guantes y su chamarra
me sorprende de golpe.

De pronto no soy yo
quien les mira.
Son ellos, cienojos, los que miran.
¡Miles! Me persiguen.
¡Me están persiguiendo!

Y corro por calles,
salto arbustos,
giro a la izquierda,
giro una calle más allá
por la dichosa Casañé,
              ¿o esto es Barrio y Mier?

El caso es que corro.
SueloBaldosaTropiezo.
SeñoraPerroladrando.
HieloCuidado.

Están en todas partes.
Las rocas, los santos...
Todas esas estatuas
que me miran, me señalan mientras paso.
¡Me están señalando!
Y oigo el craquido de cristos
crujiendo en sus cruces,
desperezándose para mirarme.


Tropiezo.
Todo un mundo
de piedras se
abalanza sobre mi cara,
avalancha sobre mi espalda,
alabanzas sobre mi marcha,
alabardas sobre mis alas,
va la lanza sobre mi carga.

“No te vas de aquí”
grita La Bella, mi catedral,
y me arrastra mientras me aferro.
El suelo contra mi uñas,
dedos rotos y
manos huecas,
vacías de sangre,
dejan un rastro hasta
la Puerta del Obispo.
La Puerta del Olvido.

Me sobrecogió mi pequeña Palencia

cuando intentaba arroparla.

viernes, 21 de marzo de 2014

No te calles (tanto) nunca.

Márcame con una cruz en tu lista.
O marca mi drama.
O marca mi número y llama.
Pero por Dios, no me conviertas
en uno más de los que te aman.
No te olvides de mí si despiertas,
no te olvides de mi voz,
no te apartes mi pelo de la cara.

¡Grítame!
Aunque digas que mi yo te cansa.

Pero es que no te puedo escribir versos
si no se si tus ojos escarcha,
o si ya son ríos llenos
de piedras, de balsas.
No conozco canciones
para calmar la nada.
Rasga el silencio antes
de que yo rasgue mi espalda.

¡Cállame!
Pero dime al menos qué coño te pasa.

miércoles, 12 de marzo de 2014

Y no quererte como quieren los niños.

Si me tomasen juramento,
diría que el amor
en otro momento
             y también el odio
era para mí como una vela.

Significaba
o ser el fuego que envuelve,
o ser la mecha que se agacha.
Significaba consumir o desaparecer,
ser la cera o el abrazo.

Si me tomasen juramento,
diría que
con Ben Howard de fondo...
Te quiero.

Pero te quiero diferente.
No como quieren los niños:
bajando lunas,
nombrando estrellas,
mirando cielos...
no.

No te quiero sólo cuando llega la noche,
y llego a casa, y veo que no estás.
ni cuando hace sol y huele a verano,
y pienso que podriamos aprovechar mejor el tiempo.

Tampoco te quiero
como quiere un adolescente.
No con el pecho rasgado,
ni la espalda al desnudo.
No te quiero siendo gato, ni perro, ni lobo...
Ni libre, ni fiel, ni salvaje.

Si me tomasen juramento,
diría que te quiero como...
...la aguja pequeña quiere a la grande.
Primero lento,
             en la distancia.
                           Despues amenazante.
Y entonces
             vienesytevas.
                           Y otra vez a esperarte.

Si me tomasen juramento,
durante seis con diecinueve minutos,
te quiero.
Pero entonces la canción acaba
y hay silencio.
Y ese amor que lo abarcaba todo
se va flotando.

Y no me importa que me deje
y que acompañe al vapor de café
que puebla mi habitación
donde ayer estabas tú.

Si me tomasen juramento,
diria que el amor es más bien
soportar tus enfados y menos
"oh romeo, romeo,
eres tú mi romeo"

Diría que es más bien
acordarme de tus pastillas por la mañana y menos
"clavar en mi pupila
tu pupila azul"

Que no te importe mi pelo al despertar,
cambiar mi ruta por las calles
para encontrar wifi y ver si estás.
                   Y llegar tarde...

Supongo que es más bien
estar atento a si tienes sueño,
o a si te despiertas.

Supongo que es menos
lo que nos enseñan y más
lo que nos demuestran.

Y aún así,
aunque no sea un amor Disney,
mal aprendido,
aunque el amor se escape a veces pululando,
no es que sea triste
o que yo esté acabado.

No hay dolor, no hay drama,
sólo el olor a verano.
Y si se acaba la canción
sólo doy de nuevo al play,

y apareces a mi lado.